19 sept 2011

SI....

La contraseña que abre las puertas de la realización personal se compone de una simple sílaba: 
SI. 
Sí a la vida, tal como es. 
Sí a nosotros, tal como somos. 
Sí a los demás, tal como son. 
Sí a nuestros padres, tal como son y tal como fueron; vehículos providenciales de nuestra existencia y mucho más. 
Joan Garriga

9 sept 2011

Una hoja de hierba...


Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas
y que una hormiga es perfecta
y un grano de arena
y el huevo del régulo
son igualmente perfectos
y que la rana es una obra maestra
digna de los señalados
y que la zarzamora podría adornar
los salones del paraíso
y que la articulación más pequeña de mi mano
avergüenza a las máquinas
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas
y que un ratón es milagro suficiente
como para hacer dudar
a seis trillones de infieles.
                                                                   Walt Whitman        

1 sept 2011

Mirando detrás del muro....


"Es posible que el grito emitido por el cuerpo abandonado, el grito que se manifiesta en forma de síntoma, sea el llanto del alma que no encuentra otro modo de hacerse oír. Si hemos pasado toda la vida ocultos detrás de una máscara, tarde o temprano -con suerte- la máscara se hará añicos. Entonces tendremos que mirar en el espejo y ver la realidad de nuestro rostro. Es posible que nos espantemos. Es posible que veamos la mirada horrorizada de nuestro propio niño diminuto, ese niño que nunca ha recibido amor y que ahora nos implora atención. Es un niño solitario, abandonado incluso antes de que saliéramos del útero, o al nacer, o cuando empezamos a complacer a nuestros padres y aprendimos a hacer lo que nos pedían a fin de que se nos aceptara. Con el transcurso de la vida quizá hemos seguido abandonando a nuestro niño para complacer a los demás -maestros, profesores, jefes, amigos, socios e incluso analistas-. Ese niño que es nuestra propia alma clama su dolor oculto tras los escombros de nuestras vidas, a menudo desde el centro mismo de nuestros peores complejos, suplicando que le digamos: No estás solo. Yo te quiero"
Marion  Woodman