"Es posible que el grito emitido por el cuerpo abandonado, el grito que se manifiesta en forma de síntoma, sea el llanto del alma que no encuentra otro modo de hacerse oír. Si hemos pasado toda la vida ocultos detrás de una máscara, tarde o temprano -con suerte- la máscara se hará añicos. Entonces tendremos que mirar en el espejo y ver la realidad de nuestro rostro. Es posible que nos espantemos. Es posible que veamos la mirada horrorizada de nuestro propio niño diminuto, ese niño que nunca ha recibido amor y que ahora nos implora atención. Es un niño solitario, abandonado incluso antes de que saliéramos del útero, o al nacer, o cuando empezamos a complacer a nuestros padres y aprendimos a hacer lo que nos pedían a fin de que se nos aceptara. Con el transcurso de la vida quizá hemos seguido abandonando a nuestro niño para complacer a los demás -maestros, profesores, jefes, amigos, socios e incluso analistas-. Ese niño que es nuestra propia alma clama su dolor oculto tras los escombros de nuestras vidas, a menudo desde el centro mismo de nuestros peores complejos, suplicando que le digamos: No estás solo. Yo te quiero"
Marion Woodman
Cuán difícil es a veces librarse de esa máscara...
ResponderEliminarPor suerte existen personas con mucha paciencia y profesionalidad que nos ayudan a los que estamos un poco perdidos..
Gracias
Ana