20 ago 2011

Los que se marchan de Omelas

"Con un clamor de campanas que alzó el vuelo de las golondrinas, el festival de verano llegó a Omelas, una ciudad de luminosas torres junto al mar....."

Así comienza el relato de Ursula K. Leguin "Los que se marchan de Omelas"
Luminosas torres junto al mar..., las golondrinas alzando el vuelo..., el clamor de las campanas... Parece una bonita ciudad. Lo es. Es perfecta. Y además los habitantes de Omelas son felices.

Pero hay que tener en cuenta otra imagen: en los bajos de algún bello edificio, en un cuarto oscuro, vive un niño encerrado, sin contacto físico con persona alguna y sin apenas comida, se sienta sobre sus excrementos, el cuerpo desnutrido y repleto de llagas.
Todos los habitantes de Omelas saben que el pequeño está allí, ya que en algún momento de su adolescencia deben ir a visitarlo. Todo el mundo en Omelas sabe que él está allí y saben también que su felicidad depende de que siga allí.

En ocasiones, algún adolescente (y a veces también algún adulto), decide abandonar la ciudad para siempre, después de haberle visitado.

Esto es todo. Tu qué harías? Te quedas o te vas de Omelas?

Qué hacemos con nuestros niños internos?
Cuántos viven encerrados en una torre?
Cuántos atisban el mundo a través de una grieta de su muro?
Cuántos permanecen a oscuras en el fondo de un armario?
Cuántos se ocultan detrás de las cortinas?
Cuántos........


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